MDF. César O. Palencia Bermúdez
Le saludo fraternalmente estimada y estimado lector; en esta ocasión, mi colaboración de esta dinámica revista “ESTILO JURISTA”, habré de sugerir aspectos generales en el dominio del habla, para quienes ejercen la abogacía en las tareas de conciliación y litigios, que igualmente pudiera ser de mucha utilidad, para ajenos de esta apasionante profesión y que desean dar mejor y mayor valor en sus palabras, para darse entender y obtener lo pretendido.
Conocido es, que la capacidad de expresarnos y comunicarnos es elemental, pues un simple malentendido o un ademán mal empleado, pudiera ser la causa del inicio, la continuidad o aumento a un conflicto que perjudique alguna relación personal o profesional.
En la profesión de la abogacía, la comunicación además de ser nuestro esencial instrumento de trabajo, es una herramienta básica para fomentar la confianza que una persona deposita en nosotros; por lo que saber y conocer perfectamente lo que se habla tanto en alguna audiencia, con el cliente o con la contra parte, se debe otorgar la plena seguridad de confidencialidad, mantener una correcta expresión, conducirse con una voz modulada, establecer prudencia, ser palmario y efectuar un conveniente lenguaje corporal; sin dejar en segundo término, un perfecto aspecto que debe caracterizar al colega amante de la argumentación.
Nada mejor que ser concreto, claro y específico con nuestros mensajes. Cuando efectuamos constantes digresiones y/o somos confusos con aquello que queremos comunicar dejamos un gran margen para las interpretaciones que puede ser muy distante a lo pretendido. En la misma línea, ser reiterativo tampoco ayuda, pues nuestro receptor puede sentir que pensamos que carece de capacidad de comprender lo que exponemos. No importa cuán complejo es lo que tenemos que transmitir, el arte está en hacerlo utilizando estas técnicas: hablar alto sin que se escuche a grito o regaño –ser claro en cada palabra-; “lo que externas, eres”. Usted es el lenguaje no verbal que revela; ser persuasivo, manteniendo influencia sobre su receptor; dé a conocer sus conocimientos y habilidades del tema que esté tratando, sin caer en la vanidad; otorgue una buena imagen, es lo principal y lo último que constantemente se transmite; manifestar empatía, pues no todos conocen su lenguaje y conocimientos; aléjese de distractores y utilice la visión fija como un perfil de defensa o como buena educación que garantice su atención; use un estilo propio, manteniendo una efectiva personalidad; sea simple y ameno despertando en su receptor atención y convencimiento.
Es recomendable tratar los asuntos de a uno por vez, y dar el cierre adecuado a cada uno de ellos, pues debe tomar en cuenta que la claridad en el lenguaje del abogado, tiene relevancia en la ordenación del discurso.
Mucho por abarcar del tema, pero será ello lo que marque la originalidad de su dominio en el habla.
Nos leemos pronto.
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